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KALINGA

Bye Sagada! A las 7.30 sale el yipni y Sergio viene justo, todavía se queda aquí el chalao’, vamos camino de la provincia de Kalinga, aún más adentrada en las montañas, concretamente al pueblo de Luplupa, lugar al que llegó la electricidad por primera vez en el 2004. Para acceder hay que decir al camión que pare en mitad de la nada y cruzar un puente super guapo.

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En el pueblo conviven personas y animales; cerdos, perros y gallinas transitan sus calles cuales peatones en un una ciudad normal. La gente vive de la agricultura, ganadería y el turismo que llega a la pequeña aldea.

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El alojamiento allí es mejor de lo que esperábamos, Riverside Inn es el único, este ofrece unas sencillas habitaciones y un tranquilo porche bastante limpios, además de buen servicio. A media tarde nos visita Víctor, un mítico guía de la zona con 60 y pico años (el Bob Marley filipino, vaya), nombrado en varias guías de viajes, nos cuenta historias muy entretenidas de sus experiencias por las montañas y del contraste que vivió al viajar a Europa.

A las 7 a.m. estabamos listos para ir a Buscalan, una pequeña aldea que acoge a Wang od, con 96 años, es la última Mamababatok (tatuadora Kalinga, antiguamente decoraba los cuerpos de los valientes guerreros y de las jóvenes de la aldea “para que estuvieran más guapas”, tan solo con dos palos de bambú y una espina del árbol de la lima, hace que la tinta entre en tu piel para siempre), su sobrina de 17 años ha heredado la técnica y hoy tatua a su lado.
Ella misma cuenta su historia en este vídeo: https://youtu.be/2RE_v100BaA

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El camino no es fácil, tenemos que coger un yipni, en el que por supuesto vamos en la parte de arriba, y tras media hora de fresquito mañanero e increibles paisajes con río Chico siempre como protagonista, llegamos a la entrada del poblado.

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A las puertas, un gran cartel que indica el camino y da publicidad a esta pequeña aldea; tras las puertas, 5km de treking con 900m de desnivel hasta llegar al pueblito.

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El paseo se hace ameno, sobre todo la última parte, en la cual tienes que subir bastantes escaleras pero con un bonito paisaje alrededor, destacando una pequeña cascada…

Aaaaay!!! La cascada… De lo mejor del viaje!!! Es domingo, No hay cole, y toooooooooodos los niños de la aldea están bañándose en la cascadaaaaaaa!!!!! Bieeeeeeeeen, vamos a bañarnos con ellos, aunque con bañador. Increíble la energía de esos enanos, sin miedo a nada, saltando desde todas las rocas al agua, me imagino a otros niños ahí y la verdad creo que no sería igual.

Una vez en la aldea, lo primero que visitamos es el “Tattoo Studio”, sin duda, con una situación que ya quisieran muchos. Sí, es esa chocita de paja al borde de la montaña.

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Nos reciben con gusto en el lugar donde vamos a dormir, una taza de café mientras esperamos a que dejen las habitaciones, [café? Su puta madre, que estoy muerto de hambre y nos ponen café!] yo ni lo pruebo para que no me quite el sueño que me espera en la supercama que tenemos en la habitación.

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Para comer [2horas después], verduras, arroz y cuatro trozos de una especie de boquerones con una salsa de tomate, la verdad que no está malo, por lo que me incho ya que no se a que hora volveré a comer.

Entre la “comida” y la “cena” pasamos la mayoría del tiempo en el “Tattoo Studio”, no hace falta que os diga mucho más…

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Efectivamente, sabía que pasaría, y hasta las siete y pico de la tarde no nos vuelven a dar de comer (la casera nos comenta que no tiene mucho para ofrecernos, y nos prepara unas “plantas” con carne enlatada, y eso sí, que no falte arroz como para una boda), menos mal que mientras habiamos picoteado frutas y las chuches que habíamos traído para los niños (no todas, Sergio dejó una gominola), concluyendo la noche con el deleite de Iván y Walter tocando el guitalele.

Tal como se aprecia en la foto, el suelo es nuestra cama, ahí dormimos juntas el 14 de febrero, no podía ser peor la compañía, encima Sergio asustaito’ porque hay una lagartija en el techo, comenta: “nene que eso baja cuando estás durmiendo y se te mete en la boca…”. OJALAAAAAAAA SE TE META, COÑO! EL PEOR SAN VALENTIN DE MI VIDA, PERO EL MÁS DIVERTIDO.

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Mmmmmmmmmhhhh, pues ya hemos dormido, me levanté del suelo midiendo 1.90, que bien viene recolocar las vértebras, niño!

El desayuno es la especialidad de la casa, exactamente lo mismo que la comida del día anterior, una vez comidos, nos despedimos de todos e iniciamos el camino de vuelta a Luplupa, esta vez andando entre arrozales.

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Al llegar, poco nos queda que hacer allí, pero obligados tenemos que pasar la noche para coger el primer yipni de la mañana, salimos a dar un paseo por la aldea, repartimos las chuches que nos quedaban e intentamos jugar al baloncesto con unos niños que encontramos, no lo conseguimos porque eran los chungos del pueblo y porque no tenían balón, vaya.

Para cenar un rico estofado de carne con patatas y… un poquito de arroz para no perder las buenas costumbres. A dormirla pronto, que hay que aprovechar esta cama que tiene un colchón de aproximadamente 3cm. Eso son lujos, oye!
Por la mañana gipni hasta Bontoc y furgoneta hasta Banaue, hace muuuu’ mal día, comemos (como cerdos, ya que llegamos desnutridos) y después damos un paseo de 10 min bajo la lluvia, como no tenemos nada mejor que hacer merendamos para recuperar. 6.30 p.m. bus nocturno hacia Manila… Ya hay miedo de que esto termine.

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Lucha de gigantes – Love of Lesbian y Zahara

Publicado desde cualquier parte del mundo. Carlos Mckawen.

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